Esa persona más grande que la vida misma, con la palabra precisa, la respuesta oportuna, la de mayor carisma, la más elocuente, la intuición más aguda e incluso la que nunca se deja perturbar por circunstancias adversas manteniendo una serenidad sobrehumana. Todas estas, características que hemos aprendido a considerar como propias de un líder en la actualidad, todas ellas también, muchas veces erróneas.
Para todos es claro que el liderazgo es un atributo que los seres humanos consideramos positivo, noble, aspiracional y hasta necesario. Sin embargo, una de las grandes ironías es que si bien intuitivamente sabemos que es algo positivo, muchas veces el concepto “Liderazgo” es objeto de mitos, percepciones subjetivas o entendimientos parciales de lo que significa para una persona, un equipo, una organización o una empresa.
El problema con esto no es sin embargo puramente conceptual, sino práctico, pues esta carencia de entendimiento no permite a las personas manifestar puntualmente por medio de sus acciones el rol del líder que potencialmente todos llevamos dentro. Personalmente entiendo como liderazgo algo como esto:
La acción intencional y responsable de influir consistentemente en otras personas, basada en una visión común que les proporciona cierta identidad compartida para generar un efecto, cambio o resultados en ellas.
En el afán de desmitificar el liderazgo y sus implicaciones, aquí describo algunos de los mitos más comunes que las personas tenemos en torno al liderazgo en general y a lo que implica ser un líder.
1.- El liderazgo es un don nato.
Si bien en virtud de lo expresado líneas arriba muchas veces tendemos a pensar que los líderes tienen características específicas desde que nacen, que manifiestan posteriormente en su rol y que los separan del resto de los mortales, el hecho es que diferentes estudios demuestran que el liderazgo es una inclinación que en algunas ocasiones se manifiesta a temprana edad pero que puede ser también aprendida, desarrollada y fortalecida por medio de la práctica, la disciplina y el esfuerzo como se puede aprender cualquier otra habilidad. Esto son buenas noticias, pues significa que potencialmente, todos podemos ser líderes si nos lo proponemos.
2.- El líder tiene todas las respuestas.
Una de las creencias más arraigadas pero mas erróneas en las personas, es que el líder es aquella persona que tiene una respuesta para toda interrogante, para toda disyuntiva y para todo enigma en una organización, no hay cosa más lejana a la verdad. En realidad, la historia de grandes hombres que han transformado el curso de la historia nos demuestra que si bien la decisión y carácter son útiles en momentos cruciales, en la mayoría de las ocasiones, los líderes evocan el más poderoso efecto en personas y contextos no por medio de respuestas, sino generando las preguntas correctas que propicien la reflexión sobre las cosas que son realmente importantes de una circunstancia.
3.- El ser lider implica ser extrovertido, siempre protagonista.
En su libro “Leaders eat last” (Los líderes cenan al último) el autor Simon Sinek expone la muy común idea de que el líder es siempre la persona que más brilla en una organización y desmiente esta noción dando diferentes ejemplos de líderes que son más bien reservados, tímidos e incluso muchas veces introvertidos, adversos al reflector. Esta idea es un reflejo de una de las características más importantes de un líder: el impulso de la idea de co-responsabilidad y la creación de liderazgo en aquellas personas que lo siguen, idea por cierto poco novedosa pues sus orígenes tienen como referente a Robet K Greenleaf en su filosofía del “Liderazgo Sirviente” que data de la década de 1940 y que propone que el líder no se entiende a si mismo como dedicado a liderar a otros, sino a servirlos para que manifiesten por medio de sus actos la visión común que los une.
4.- El Liderazgo es una cuestión de Aptitud.
Esta es una de esas ideas que habitan en la intersección entre lo cierto y lo falso, generando una “verdad a medias” pues los líderes efectivamente poseen aptitudes que les permiten abordar desde una mejor perspectiva los contextos mediante los cuales toman decisiones, sin embargo, por otro lado, el liderazgo es una cuestión también de Actitud, pues en la labor de influir consistentemente en otras personas, guiarlos a través de lo incierto y generar una visión que se considera noble por la organización, el líder hace gala de algunas de las herramientas más poderosas a su disposición, a saber: inteligencia emocional, la utilización de perspectivas alternativas, el conferir a los retos significados nutritivos que sumen al propósito de la organización, todos ellos actitudes más que aptitudes.
5.- El Líder tiene que “Motivar” a otros.
Aunque esta tergiversación es muy natural, incluso comprensible, personalmente, me parece una de las distinciones más importantes del verdadero liderazgo, una y otra vez la historia nos ha enseñado que los líderes entienden la diferencia crucial que existe entre motivar e inspirar a alguien: La motivación es fugaz, la motivación es una de las primeras cosas que mueren ante la presencia de la adversidad, del esfuerzo, de la disciplina requerida, mientras que la inspiración es de largo alcance, permea y permanece a lo largo del tiempo. La motivación es además transaccional… “yo te doy esto, si tú haces aquello”, mientras que la inspiración es de carácter personal e introspectivo y tiene que ver con valores profundos inmanentes en el colaborador que trascienden la acción generada por la idea de la recompensa. La motivación depende la existencia de un incentivo externo, mientras que la inspiración ES el incentivo que genera acción, cambio y movimiento.
El liderazgo reviste muchas connotaciones en función de los diferentes contextos en que se puede manifestar, tal vez sea por eso que sea un concepto tan esquivo, muchas veces tergiversado y en menos ocasiones llevado a la práctica. Adicionalmente, el liderazgo implica a veces lograr que la gente haga cosas que usualmente no están dispuestos a hacer para que obtengan los resultados que desean alcanzar, lo que definitivamente suena más fácil dicho que hecho.