“Lo único que no cambia es que todo cambia”. Esta sencilla pero contundente aseveración —hecha por Heráclito de Éfeso hace casi 2,500 años en la antigua Grecia— parece estar hoy más vigente que nunca. Vivimos en una era en que lo único constante es el cambio; en que la única certeza es que toda creencia, hábito, proceso y verdad estarán sujetos siempre al cuestionamiento, creando hoy la “certeza de la incertidumbre”.
Sin embargo, e independientemente de los vaivenes de las eras, una de las constantes que acompañan al ser humano en su desarrollo global es la veneración y el esfuerzo subsecuente por alcanzar lo que cada generación, en cada momento histórico, ha definido como éxito. Hoy más que nunca este se ha convertido no solo en un precepto, adjetivo o meta, sino en el combustible y el vehículo de la acción humana.
Pero ¿cómo garantizar el buen arribo al puerto del éxito en un contexto como el actual, caracterizado más que nunca no solo por el cambio, sino por la incertidumbre, la volatilidad y la adversidad, que se divierten derribando los estereotipos pasados que veneramos en nuestro deseo de ser exitosos? Con este en mente, te comparto seis características de las personas y las empresas exitosas, las cuales he corroborado en mi práctica profesional y personal.
1. Definen su concepto de éxito
Para barco sin destino, cualquier viento es tempestad. Aunque pareciera ser lo más lógico, muchas personas y compañías no definen con claridad qué entienden por éxito para comenzar su trayecto hacia él, por lo que viven su existencia persiguiendo un espejismo elusivo/etéreo que parece alejarse dos pasos cada que dan uno hacia él.
2. Se enfocan en fuentes de fricción
La fricción crea tracción/movimiento. Como sea que se defina el éxito según lo planteado en el punto anterior, el hecho es que, por su naturaleza misma, este siempre implicará un precio a pagar, un esfuerzo y sobreponerse a una adversidad, cualidades que tienes que procurar intencionalmente para moverte hacia delante.
3. Cavan pozos antes de estar sedientos
La complacencia por éxitos pasados será siempre el peor enemigo de los éxitos futuros. La proactividad, en palabras de Philip Kotler, es “el esfuerzo de hacerte obsoleto antes que tus retos o tus competidores lo hagan”. Se trata de un signo inequívoco del enfoque en la resiliencia y la disrupción que demanda el contexto actual.
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4. Aprenden de cada vez más errores
Examinar y analizar los fracasos del pasado con mayor rapidez, frecuencia y humildad es una de las mejores estrategias tanto para personas como empresas exitosas para procurar el aprendizaje continuo, ingrediente que, irónicamente, es necesario para elevar las probabilidades de una dinámica ascendente de éxitos.
5. Son curiosas y creativas
Mientras que unos ven el mundo y se preguntan “¿por qué?”, otros ven el mundo y se preguntan “¿por qué no?”. Abordar cada experiencia e interacción con curiosidad auténtica —propia de la infancia— es la mejor manera de abrirte a lo maravilloso de lo posible para afectar la realidad que te rodea por medio de la disrupción intencional de patrones, ideas, estándares, preceptos y el statu quo.
6. Se guían por un propósito e idea de relevancia
Hoy no se trata solo de ser mejor, sino de ser diferente y memorable. Esto es determinante en el mercado y en tus relaciones personales. La creación de una experiencia positiva y memorable en la vida de los clientes y en las personas que te rodean —ingredientes importantísimos para alcanzar el éxito— depende de la interpretación interna de un hecho externo. Ser consciente de qué experiencia quieres generar, con base en un propósito que te define, es esencial para la búsqueda del éxito.
Estas consideraciones, además de aplicar tanto para personas como para empresas exitosas, no son meramente construcciones conceptuales, sino aprendizajes prácticos que he constatado una y otra vez en mi interés por conocer más sobre estas instituciones. Sus respectivas visiones y acciones que han cambiado el mundo, tanto hace 2,500 años como en la actualidad, sin duda seguirán cambiando en el futuro; un esfuerzo de la más alta nobleza y digno de reconocimiento.