Emprender requiere valor. Emprender es por definición tener la capacidad de lidiar con lo desconocido, hacer frente a la adversidad en el afán de materializar con éxito una idea. Emprender es el paso inicial que deriva en el sueño dorado de muchos, pero alcanzado por pocos: “Convertirse en Empresario.” Emprender es comenzar la jornada llamada “Hacer empresa” que deja a muchos aspirantes en el camino, desilusionados a veces, en bancarrota otras tantas.
¡Y vaya que si hoy en un país como México, se requiere valor para emprender.! Para empezar, hoy más que nunca, la competencia es férrea, los mensajes comerciales que pelean encarnizadamente por el interés del consumidor potencial, infinitos y abrumadores, la atención de este, mínima, y su escepticismo mayúsculo.
Hoy, en virtud de la tecnología, vivimos en un mundo definido a partir de la información, -dando en pie en realidad a un mundo sobre informado- en cualquier sentido, la inmensidad de la información y la accesibilidad a la misma genera, por si fuera poco, que el consumidor muchas veces conozca más de un producto o servicio, que la persona dedicada a la venta del mismo (literalmente).
Si a esto sumamos que en particular, para el caso de México como país, el futuro se antoja definitivamente incierto en el frente económico, podríamos de manera inmediata desacreditar el rol del emprendimiento y los sueños que toda persona albergase por hacer empresa: Hoy en nuestro país parece haber más incógnitas que certidumbres en lo que refiere a nuestro destino económico: Tan solo hace unos días, ya nos enterábamos en palabras de nuestro señor Presidente de la Nación de su beneplácito por los 14,000 empleos creados por su administración mientras que de manera anecdótica, como nota al calce -sin duda conveniente para él- nos comunicaba también la pérdida de empleos a razón de 1000 perdidos por cada uno creado (14 Millones de Empleos perdidos en México durante la pandemia).
Sin embargo, hoy más que nunca, el emprendimiento no solo representa una decisión personal e introspectiva respecto de la coyuntura “sumiso o libre”, “empleado o emprendedor”, “asalariado o independiente”, sino que representa en realidad una posibilidad real de acelerar el camino al repunte económico de nuestro país en su conjunto.
La decisión de emprender requiere por un lado ignorar cifras tan adversas de nuestra realidad, (como los 20 millones de la Población Económicamente NO Activa -PNEA-, personas que han perdido su empleo pero tienen disposición para laborar) y dar paso a la generación de valor en un contexto que nos recuerda hoy más que nunca el poder de la palabra “Perspectiva.” Paradójicamente la adversidad que vivimos, supone cambio, y el cambio, nos agrade o no, siempre supone adaptación, reajuste, reinvención, y en ese sentido, oportunidad.
Hoy más que nunca el emprender como acción proactiva del individuo en el afán de generar valor para el consumidor es más que válida, necesaria en un país como el nuestro, pues el emprender implica el deseo y capacidad de aprender, de crear aptitudes y actitudes de servicio y ponerlas a disposición de otros, corolario del principio básico de todo éxito comercial: entregar valor a otros, recibir una compensación por una labor bien hecha, y como resultado, generar una nación más próspera.