Algunas de las emociones que más asociamos los seres humanos con el Año Nuevo representan una oportunidad de transformación; de renovación; de un nuevo comienzo; de la esperanza y las posibilidades que surgen con cada nuevo ciclo; de reiterar aquella frase que reza: “Tu pasado no tiene que determinar tu futuro”. En el fondo, esto significa la ilusión de utilizar este cambio práctico y simbólico en el calendario para, ahora sí, mejorar nuestras vidas.
Sin embargo, tristemente, al transcurrir el año, es sumamente común ir contrastando todas aquellas emociones positivas de esperanza y posibilidad de lo que deseamos con la realidad que vamos construyendo mes a mes: la carencia de resultados; de cambio; de esa mejora y transformación que anhelamos. Si esto te ha sucedido o te resulta familiar, te comparto cinco acciones comprobadas para cumplir tus propósitos de Año Nuevo y no fracasar en el intento:
1. Sé realista
Si bien esto puede sonar contraintuitivo, planear una multitud de metas a ejecutar en el curso del año es muchas veces el enemigo de la ejecución. Sé realista y no intentes abrumar tu mente con un sinfín de metas que, si bien pueden entusiasmarte al pensarlas, significarán menores probabilidades de cumplirlas.
2. Prioriza tus metas
Ser realista, de cualquier manera, no significa dejar de lograr lo que te propongas, sino simplemente entender que tu cerebro y tus emociones tienen una capacidad limitada de trabajo óptimo, que implica discernir qué es lo que mas te importa lograr en el año por empezar. Ante esta realidad, separa lo “realmente importante” de lo “deseable” para el año próximo. Te recomiendo definir no más de una o dos metas importantes por ámbito de tu vida —por ejemplo: trabajo, pareja, familia, finanzas—. Evidentemente, lo importante es lo primero en que debes enfocarte, y solo si lo has logrado, dar tu tiempo y atención a lo deseable.
3. Una cosa a la vez
Ante la multitud de propósitos de Año Nuevo que pueden surgir entre lo importante y lo deseable, sentirás el impulso de querer trabajar en todos al mismo tiempo. Y si bien esto sería ideal, a mayor cantidad de metas simultáneas trabajadas, menor efectividad en su conclusión. Aunque abordar una sola meta a la vez hace que sea más lento concluirla, esto eleva las probabilidades de que efectivamente cumplas lo que te has propuesto, pues tu enfoque no se disipa entre metas alternativas.
4. La importancia de lo pequeño (sé consistente)
Irónicamente, una de las razones mas comunes por las cuales no cumplimos lo que nos proponemos es nuestra creencia de que las decisiones, acciones y conductas que parecen pequeñas no son tan importantes, y que podemos, por lo tanto, darnos el lujo de evadirlas, postergarlas o cancelarlas. Nada más lejano a la verdad. Aun en escalas minúsculas, la importancia de tu acción consistente en todo momento es uno de los factores más importantes para lograr lo que te propongas; de hecho, se ha demostrado científicamente que, para elevar la probabilidad de su cumplimiento, es preferible que dividas tus metas en pequeñas submetas: pequeñas acciones que, sumadas a través del tiempo, dan origen a tu gran resultado. Una vez más, proponte realizar todos esos pequeños propósitos de Año Nuevo, por más insignificantes que parezcan, de forma consistente.
5. No tomar una decisión también es una decisión, y esto viene con resultados
Algunas personas parecemos olvidar que los resultados son la parte final de procesos, que, a su vez, se conforman por decisiones ejecutadas. No importa cuanta esperanza, ilusión o emoción generen tus propósitos de Año Nuevo si no se traducen en una decisión de actuar. De hecho, no hacer nada es una decisión sobre lo que deseas para tu vida que le cedes al ocio, al azar o a la suerte. Preferible incluso es decidir tirar la toalla para volver a empezar que no tomar una decisión sobre el tipo de persona en que deseas convertirte en el año que comienza.
