Intuitivamente, todos entendemos y hasta suscribimos el viejo adagio que dice: “Renovarse o morir”. Actualmente, está más que clara la importancia en el mercado, la competencia, en toda industria y, por supuesto, en el mundo de la dirección de empresas lo que pareciera ser una corriente académica y de aplicabilidad práctica: el arte de reinventarse. Todos sabemos de la importancia no solamente de cambiar —también puede ser para empeorar el estado de una empresa—, sino de evolucionar con el afán de mantenernos en la cancha de los negocios, o sea , de la relevancia.
Sin embargo, aunque en la práctica abracemos el concepto de la disrupción, muchas empresas no saben cómo afrontar lo que, por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo: reinventarse ante el reto. Irónicamente, reinventarse como esfuerzo de adecuación y congruencia con una realidad siempre cambiante se torna muchísimo más complejo cuando la organización es de mayor tamaño, y aún más cuando la cultura y los usos y costumbres de la misma han perdurado por mucho tiempo, restando agilidad de respuesta ante el cambio y preservando un cierto statu quo, lo que hace que sea más difícil cambiar.
¿Qué hacer entonces ante un contexto así? Desafortunadamente, las probabilidades de inclinarse hacia la “parálisis por análisis” abundan en la mayoría de las compañías, aun cuando son conscientes de la importancia del cambio. Por eso, comparto cuatro pasos que hacen más sencillo el arte de reinventarse, para seguir siendo jugadores en el mercado:
- Repensar
- Reenfocar
- Refrescar
- Reposicionar
1. Repensar los ámbitos en los que podemos efectuar el cambio
Este paso implica abordar con claridad e intencionalidad la manera en que la organización define la relación entre su cultura —valores y misión— y su estrategia —qué hacer y cómo hacerlo—. En este contexto, lo más importante es esbozar con claridad, tanto para todo miembro de la organización y luego para toda persona ajena a la misma, la relación entre la razón de existir de la organización, la estrategia que se ha de privilegiar y la táctica —los esfuerzos puntuales para materializar esa razón de ser por medio del mercado— , el consumidor y la oferta de valor.
2. Reenfocar las cosas a las que decimos que sí y a las que decimos que no
Era común que Steve Jobs contestase a las preguntas sobre las razones del éxito de Apple con una respuesta: “Tener la claridad y la fortaleza para poder decir que no a todas las oportunidades de negocio que se nos presentaron en el camino”. Esta respuesta, por cierto, es también una de las respuestas más comunes que Warren Buffet ha dado en el curso de las décadas para explicar las razones tanto de su éxito personal como de la compañía que fundó —que hoy está valuada en nada más y nada menos que $530,000 de dólares. En suma, esto habla de una disciplina que se considera en línea con el propósito filosófico de la organización, y que es más difícil de conservar conforme surgen nuevas modas, con las que el cambio es cada vez mayor, más rápido y de más profundas implicaciones.
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3. Refrescar nuestras acciones de cara a los puntos de contacto que tenemos con el consumidor potencial
De los cuatro pasos, este es el que corre el mayor riesgo de ser menospreciado, aun cuando es el de mayor importancia. Esto es así porque refrescar nuestras acciones, teniendo siempre en cuenta al cliente en sus puntos de interacción con nosotros, supone primero cambiar nuestra perspectiva, mentalidad y concepciones más arraigadas sobre lo que hacemos como organización. Es el más complejo porque los cambios culturales requieren cambios profundos de estructura y no nada más de la superficie táctica, gráfica o verbal de una organización. Refrescar la manera en que pensamos supone una aceptación de que hay cosas que no sabemos y, por ende, la procuración intencional de elementos, personas, ideas, actividades y circunstancias que nos permitan descubrir los puntos ciegos que atentan en contra de nuestra relevancia.
4. Reposicionar a nuestro negocio ante la curva de relevancia que todo negocio enfrenta
Finalmente, este paso puede ser traducido en diferentes acciones de carácter táctico, pero de importancia fundamental para la relevancia en el mercado, por ejemplo:
- Desarrollar nuevos productos, características o servicios que no se habían siquiera concebido con anterioridad.
- Abrir la puerta a nuevos formatos y recursos favorecidos por el consumidor para la entrega de la oferta de valor.
- Explotar nuevos mercados con un nuevo mensaje que sea fiel a la razón de existir de la organización, según lo expresado en su visión, misión y valores.
Si bien estos cuatro pasos son de diferente naturaleza y complejidad, la realidad es que, ejecutados de manera conjunta, dan paso a una fuerza sinérgica que permite afrontar con mayores probablidades de éxito contextos como el actual —caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre y la adversidad— de mejor manera. Como menciona Michael McQueen en su libro Relevancia, “la búsqueda incansable de la relevancia es trabajo ineludible del liderazgo de toda organización que desee ser exitosa, y es tan importante como la búsqueda misma de utilidades y preservación en el tiempo”. Esta búsqueda y los cuatro pasos aquí descritos son guiados por el poder invisible pero profundo de la comunicación efectiva y el liderazgo, claves para poder reinventarse.