El saber no es suficiente, debemos ejecutar. Desear nunca es suficiente, debemos hacer.
Johann Wolfgang von Goethe
No sé si te sucede igual, pero hay un signo inequívoco en mi vida que me deja saber cuando algún reto, conversación, decisión o acción a tomar me reta y, especialmente, me atemoriza. Y es así como comienzo a postergarlo. En cualquier ámbito, y por más que pretenda justificar racionalmente la postergación de dicho acto, afortunadamente, casi siempre acabo siendo consciente del origen de la demora: el temor a tomar acción.
Mucho puede decirse de las razones que determinan que NO tomes acción en tu vida: la carencia de una visión, la magnitud de la acción requerida, su complejidad, sus efectos potenciales, el esfuerzo que requerirá, etc. Pero el común denominador casi siempre —cuando menos en mi caso— es el temor a fallar, a equivocarme y a las consecuencias de mi imaginado error.
Independientemente de las razones por las cuales postergas la acción en tu vida, es la acción y no el deseo, decreto, visualización o anhelo la que consigue efectos y materializa, en la práctica, tu poder y tu capacidad de afectar la realidad que te rodea.
En ese sentido, hoy deseo compartirte tres enfoques alternativos para tomar acción en tu vida y, por tanto, lograr las metas que te hayas propuesto, cosa que suena fácil, pero que muchas veces resulta casi imposible, pues sueles paralizarte o postergarla, especialmente cuando la acción requiere esfuerzo, te reta o te atemoriza.
1. Empieza por el reto que más te atemoriza
Esto es el equivalente de lanzarse en paracaídas de un avión por vez primera sin haber siquiera abordado un vuelo. A todas luces, asumir este enfoque en tu acción implica la capacidad de mirar tu temor más grande a los ojos y actuar a pesar de él, con valentía y el arrojo de la misma magnitud que el reto.
Este enfoque supone que si vences el temor más grande que puedas imaginarte, las acciones siguientes a tomar serán más fáciles de llevar a cabo, pues su complejidad será de una magnitud menor. Evidentemente, esto significa conseguir un logro más complejo que el que obtienes con el siguiente.
2. Comienza por acciones pequeñas y ve subiendo el grado de complejidad
La psicología ha encontrado que, paradójicamente, no es solamente la magnitud o complejidad del reto a solventar lo que te impulsa o te detiene, sino la regularidad y la consistencia de tus acciones, sin importar que estas sean menos retadoras. Lo que este enfoque postula es que la confianza de ir tomando pequeñas decisiones, pero de forma regular y consistente, te da la confianza necesaria para seguir haciéndolo, creando así un círculo virtuoso de acción-confianza-acción.
Mucho se ha escrito sobre la pertinencia de adoptar este segundo enfoque para lograr que tus acciones futuras sean cada vez más sencillas. Esto es resultado de un “efecto compuesto” generado a partir de las decisiones previas ejecutadas, las cuales fortalecen la confianza en ti mismo.
Parece ser evidente la relación entre los costos y beneficios de cada uno de estos enfoques; el primero promete mayores y más rápidos avances para actuar, requiere enfrentar y salir victorioso de un temor mayor, mientras que el segundo constituye un método más lento pero previsiblemente menos arriesgado para conquistar tu temor a actuar.
Lee también: ¿Cómo alcanzar el éxito con inteligencia emocional?
3. Los dedos del pie vs. el clavado: la necesidad de poner pausa al pensamiento
FEAR: False Evidence (in our minds) Apperaring Real
En mi experiencia, hay una la relación inversa entre el reto y tu capacidad de actuar, como, irónicamente, también la existe entre el reto y el logro. Mientras más grande sea reto, más grande el logro. Dejando de lado la carencia de una visión o claridad de un futuro deseado, deseo compartirte un tercer enfoque para tomar acción, que asiste a los dos anteriores —especialmente al primero—.
En su libro La Regla de los 5 Segundos, la autora Mel Robbins explica cómo detrás de la procrastinación casi siempre existe un proceso en que imaginas los resultados negativos de tomar acción, por lo que te invita a suspender el raciocinio, a dejar de pensar en los efectos futuros de la acción y simplemente a llevar a cabo un conteo regresivo para hacer aquello que temes: 5… 4… 3… 2… 1… ACCIÓN.
Puedes vivir tu vida al pie de la piscina de tus más grandes logros, tocándolos con los dedos del pie y retrayéndote ante el asumido shock de temperatura; o bien, puedes suspender la razón, los múltiples y terribles escenarios que te imaginas antes de que siquiera sucedan y simplemente lanzarte a la oportunidad de descubrirte a ti mismo por medio de tus acciones, y así lograr lo que te propones.