La ejecución de pequeñas acciones es mejor que la planeación de grandes acciones.
Peter Marshall
Si bien la historia de nuestra evolución y los éxitos y triunfos en la vida muchas veces dependen de factores fortuitos que escapan a nuestros designios, la mayoría entendemos intuitivamente que la planeación de metas es un ingrediente crucial y un gran combustible para la hoguera de nuestros logros.
Sin embargo, aunque muchos efectivamente planeamos la jornada a recorrer para alcanzar éxitos anhelados en los diferentes ámbitos de nuestra vida, somos pocos quienes tenemos la capacidad de pasar de la planeación de nuestras metas a la siguiente etapa: la ejecución de los planes en el terreno de las acciones. Frecuentemente, esto tiene que ver con nuestra ignorancia con respecto a las características de esas acciones.
Por eso, aquí te comparto cinco características de las acciones que definitivamente te permitirán alcanzar un equilibrio entre lo deseado y lo conseguido en cualquiera de los ámbitos de tu vida:
1. Claridad
Si bien la planeación de metas te permite discernir aquello que prevés necesario, útil o aspiracional en un futuro, el paso siguiente —las acciones— debe gozar de la mayor claridad posible. Acrónimos usualmente utilizados para cumplir tus metas, como el SMART (especificas, medibles, alcanzables, relevantes y con limite de tiempo), son igualmente valiosos para la instancia en que la llanta —propósito— toca el pavimento —acción—.
2. Contundencia
Una vez que has delineado lo que deseas conseguir, alcanzar o conquistar, tus acciones tienen que ser decididas. ¿Cuántas veces has visto a una persona que desea nadar en el borde de una alberca tocar el agua con los dedos de un pie una y otra vez sin tomar la decisión de simplemente lanzarse? De igual manera, si tus acciones admiten titubeos, difícilmente podrás darles contundencia. Se trata de un paso importante para cumplir tus metas.
3. Consistencia
En mi experiencia profesional, los grandes logros colectivos y personales son siempre el resultado de una acción consistente y un desempeño positivo; pero, difícilmente, el logro llegará a tu vida si tu desempeño es fenomenal unos días y mediocre otros. En este caso, no hay lugar para la ley de los promedios. La consistencia de tus actos es crucial, ya que es la madre de otro elemento irreemplazable para cumplir tus metas: los hábitos que eventualmente crean inercias.
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4. Congruencia
En relación con los dos puntos anteriores, debe haber una lógica, o bien, un común denominador que permee todas y cada una de tus acciones. Este racional es el resultado de una visión, de un propósito o de una meta específica. No puedes lograr movimiento hacia adelante en la carretera de tu vida si unas acciones persiguen un fin y otras acciones persiguen otro. Como he dicho en ocasiones anteriores, tus actos siempre deben tener la misma finalidad —dirección—, aunque a veces vayas en primera y otras en cuarta velocidad; nunca en reversa.
5. Perseverancia
Pocas cosas en el mundo del desempeño de alto rendimiento de los seres humanos son reductibles a fórmulas matemáticas, pues mucho tiene que ver con cosas intangibles pero poderosas, como las creencias y las actitudes. Sin embargo, he atestiguado y gozado del beneficio que brinda el ser consciente de que hay una relación directa entre nuestras metas y la perseverancia. Si realmente deseas lograr algo, tus acciones tendrán lugar en presencia de una derrota temporal pasada; actúa una vez más de las veces que te hayas caído, aprendiendo de cada una de ellas. Así, casi matemáticamente, el resultado será el triunfo.