Una vez que están definidas, ¿cómo empiezas a lograr tus metas?

El viaje más largo inicia siempre con el primer paso.
Dicho popular tibetano


Lograr tus metas es una jornada que comienza con su definición y priorización. Si bien estos pasos son un universo en si mismo, la realidad es que son solamente una parte de la ecuación. El siguiente, por supuesto, es materializarlas en el mundo de lo práctico, de la acción y del desempeño.

Frecuentemente, mis clientes y mi público en redes sociales me comparten con emoción que han recorrido el muy importante proceso de la formulación de sus metas; pero incontables ocasiones me comparten también la frustración que supone el no saber por dónde empezar a trabajar en una meta para hacerla realidad.

Aquí me permito compartirte estos seis pasos cuya efectividad he comprobado tanto en mi vida personal como en las historias de éxito de clientes con quien he tenido la fortuna de colaborar. Siguiéndolos, estoy seguro de que comenzarás a lograr tus metas.


1. Pasa del mundo del deseo a la acción

Si bien este paso parece lógico, toda meta que sea digna de alcanzar supone acción por definición. Sin embargo, esta noción trivial es la línea que separa a los soñadores de los triunfadores. Lo primero y más importante que debes considerar para materializar una meta es ser consciente de que la transformación de una realidad siempre implicará actuar sobre ella con esfuerzo, y no solo deseando el cambio.


2. Recuerda siempre que la meta es el resultado de un proceso

Si toda meta fuera sencilla, todos seríamos triunfadores. En el proceso de empezar a trabajar en acciones puntuales hacia la consecución de tu meta, no te abrumes con la magnitud del resultado esperado, sino con poner un paso delante de otro. “Enamorarnos del proceso y divorciarnos del resultado” parece contraintuitivo, pero es muy necesario, y es el resultado de pensar en tu meta como algo que consideres verdaderamente valioso.

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3. Divide tu meta en partes lo mas pequeñas posibles

El mundo de la neurología ha demostrado que las grandes hazañas que nos proponemos encuentran su primer obstáculo en nuestra mente: el cerebro humano simplemente no puede procesar grandes tareas, a las cuales responde con temor, ansiedad, angustia y, eventualmente, inmovilidad. Divide tu meta en pequeñas “micrometas”, que serán más fáciles de procesar, digerir y lograr.

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4. Crea un calendario donde definas claramente las acciones a ejecutar

Aquella meta que no tiene un plazo límite es en realidad solo un buen deseo. En la formulación de tus micrometas, asegúrate de crear una línea de tiempo con plazos límite, con los cuales te comprometas a cumplir al 100 por ciento. Si bien nuestros planes muchas veces cambian en virtud del contexto dinámico al que nos enfrentamos, haz un compromiso de ejecutar según lo dispuesto, como si tu vida dependiese de ello.

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5. Acepta que habrá derrotas temporales, y analízalas

En el curso de los años, sigo aprendiendo que materializar nuestro potencial supone resiliencia, un concepto que implica la derrota temporal, la perseverancia —levantarte una vez más de las que te hayas caído— y tener la capacidad de aprender de errores pasados para incorporar lo aprendido en tus acciones futuras.


6. Una relación inversa que implique una elección crucial

He encontrado dos posturas en torno a lograr tus metas que implican costos y beneficios distintos. Por un lado, hay autores que invitan a “hacer primero lo que nos rete más” con el beneficio añadido de lograr los más grandes avances en poco tiempo; por otro, hay quienes dicen que “empieces por lo más sencillo para generarte confianza propia. Esta es una decisión que depende de ti, tu personalidad, tus creencias y tu carácter. Define una de las dos con honestidad.

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